¡La Historia Secreta de las Pelucas Enormes Comenzó por la Sífilis!
Cuando pensamos en las gigantescas pelucas blancas del siglo XVII, imaginamos elegancia, lujo y excesos de la nobleza… pero detrás de toda esa extravagancia había una razón mucho menos glamurosa: una crisis de salud pública llamada sífilis.
Durante el Renacimiento y especialmente en el siglo XVII, Europa fue devastada por epidemias de sífilis. Esta enfermedad, además de causar estragos internos, provocaba pérdida severa de cabello, llagas en la piel y deformaciones visibles. Tener la cabeza parcialmente calva o marcada era motivo de vergüenza, ya que no solo afectaba la imagen personal, sino que también delataba públicamente una enfermedad considerada “deshonrosa”.
La solución llegó en forma de moda: pelucas postizas. Primero eran discretas, pero poco a poco se volvieron cada vez más elaboradas y espectaculares. El rey Luis XIV de Francia (el “Rey Sol”) y Carlos II de Inglaterra fueron dos de los principales impulsores de esta tendencia. Ambos empezaron a usar grandes pelucas no solo para cubrir sus problemas capilares, sino para convertir una necesidad médica en un símbolo de poder y autoridad.
Además, las pelucas cumplían otro propósito práctico: en una época donde la higiene era muy limitada y los piojos eran un problema común, era mucho más fácil afeitarse la cabeza y usar una peluca empolvada (el polvo solía contener ingredientes que repelían parásitos).
Con el tiempo, las pelucas se convirtieron en una obsesión social: se medían en altura, volumen y decoración. La clase alta competía por tener la peluca más impresionante, que podía incluir desde frutas, plumas, hasta maquetas de barcos o escenas completas. ¡Había incluso peluqueros especializados en diseñar auténticas obras de arte para la cabeza!
Sin embargo, hacia finales del siglo XVIII, el uso excesivo de pelucas empezó a ser visto como símbolo de decadencia y frivolidad. Tras la Revolución Francesa, la moda cambió radicalmente, buscando estilos más naturales y sencillos.
Así que la próxima vez que veas una pintura de algún noble con una enorme peluca blanca, recuerda: esa moda tan extravagante comenzó como un intento desesperado de cubrir los estragos de una enfermedad.